top of page
  • Eva Creixell

Separar la emoción de la conducta



Cuando reñimos a los niños/as por portarse mal, el niño/a tiende a entender que la emoción que le ha llevado a esa conducta también es mala.


Por ello cuando les reñimos hemos de nombrar o buscar conjuntamente qué emoción le ha llevado a la conducta y validarla. Luego se habla del comportamiento concreto no deseado y se buscan alternativas conjuntamente. Ahí el niño o la niña entiende qué le está pasando, aprende a escucharse, aprende que hay diversas formas de reaccionar a una misma emoción. Y sobre todo entiende que lo que está mal es la acción y no la emoción.


Cuando un niño se enfada, tiene una rabieta y pega a otro niño, se puede aprovechar para hablar de la rabia, del enfado (que sí son distintas) y de poner límites. Vemos un ejemplo en la imagen superior donde vemos como Rubén va a morder a Juan porque Juan le ha cogido sus piezas. El/la cuidador/a puede hablar con Rubén, acompañarlo a ver la rabia que ha sentido cuando ha visto que Juan le iba a coger sus piezas, ahí Rubén está entendiendo qué emoción ha sentido y validarla. A partir de ahí se pueden buscar otras opciones a morder, validando la emoción, validando el poner límites y buscando alternativas más adecuadas que la violencia.


Cuanto mayores son los niños más los podemos involucrar a la hora de buscar alternativas y más conscientes del proceso van a ser sobre todo si desde pequeñitos ya les hemos ido enseñado la diferencia entre emoción y conducta.


No debemos olvidar que los niños y niñas ya son personas completas desde que nacen y por lo tanto hay que tratarlos/las como tal. Solo hay que acompañarlos/las en su descubrimiento del mundo permitiendo que sean ellos/ellas mismos/as.


Si quieres saber más contacta con nosotros a través del formulario de la web, por e-mail hola@ariku.es o teléfono y Whatsapp al 619 44 99 81.

No lo dudes y pregunta sin compromiso.


0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo
bottom of page